Elegante y divertido son los dos adjetivos que nos vienen a la cabeza cuando recordamos nuestra reciente experiencia en Paco Roncero Restaurante que se ubica en la terraza del Casino --que era el anterior nombre, por cierto, del restaurante-- de Madrid, situado en la céntrica calle Alcalá.
Elegante por la ubicación, por la sala de corte clásico, mesas redondas vestidas con manteles blancos, suelo de mármol ajedrezado, la formalidad propia en el trato al comensal y todos esos factores propios de un restaurante gastronómico. Divertido porque esa elegancia de la que hemos hablado apuntaba a clasicismo pero dicho clasicismo se rompe por elementos decorativos modernos, por la cercanía en el trato de un excepcional equipo de sala que hacen que la experiencia sea muy humana y te hacen sentir muy cómodo. Porque se cuidan todos los detalles con calidez y porque la cocina tiene mucha chispa.
Como hemos apuntado, el local está situado en un emblemático edificio de mediados del siglo XIX. Se accede a restaurante en un ascensor probablemente de la época, con su asiento dentro, sus puertas de madera y su chirriante sonido que evocan estos elevadores (y te provocan cierto cosquilleo). Nos encantó, desde el punto de vista de la decoración, la genial combinación de lo clásico --la propia arquitectura, el suelo, las mesas, los ventanales-- con lo moderno --en el menaje, los elementos decorativos de las vitrinas, las sillas--. Primera impresión: nos vamos a divertir, aquí van a pasar cosas memorables.
Olivo milenario
Comenzamos con unas aceitunas de aperitivo. El olivo milenario es una estructura metálica muy original donde encontramos tres elaboraciones: dos olivas líquidas --una Arbequina y otra Picual-- y una tercera, de la variedad Royal, en tartar.
Nos recordó el mítico olivo bonsái de El Celler de Can Roca. Para empezar, nada más clásico, nada más divertido. El acompañamiento es, cómo no, una manzanilla de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) de las bodegas Barbadillo:
Sacristía AB.
Aperitivos
Los aperitivos llegan en dos bloques. En el primero nos encontramos el bocado de
remolacha-queso manchego-pistacho, una sensacional tartaleta de
navajas al ajillo, un crujiente de
sardina con romesco de ají amarillo y patata y... ¡una pizza! O
tarta aérea de trufa negra. Una combinación de sabores, de texturas, de temperaturas y de elaboraciones muy sorprendente y muy finas tanto a la vista como al paladar.
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[Remolacha-queso manchego-pistacho] |
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[Navaja al ajillo] |
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[Sardina crujiente con romesco de ají amarillo] |
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[Tarta aérea de trufa negra] |
Para acompañaar los aperitivos, un Dr. Bürklin Wolf Riesling Trocken 2020, un vino alemán biodinámico de uva Riesling de la zona del Palatinado. Aperitivos que siguen con la Lemon pie bacalao --sorprendente presentación de la tradicional brandada a modo de pastel donde el cítrico combina a la perfección con el pescado--, empanadilla de chipirones en su tinta --tipo ravioli-- y buñuelo de oreja con salsa brava, de interior líquido y sabor intenso y picante, una delicia.
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[Lemon pie de bacalao] |
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[Empanadilla de chipirones en su tinta] |
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[Buñuelo de oreja con salsa brava] |
Entrantes
Tras los aperitivos, pasamos a los entrantes con una divertido --nuevamente divertido, sí, lo sabemos, pero es así-- sándwich de pastrami, queso reblochón y trufa, un par de bocados de intenso sabor y muy crujiente que nos encantó.
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[Sándwich de pastrami, roblochón y trufa] |
Para acompañar este tramo del menú, un Pazo Señorans 2013 (D.O.Albariño), perfecto para el marmitaco en bocado, bocado que en combinación con el vino, se convertía enteramente en un sorbo de agua marina, potenciando la salinidad y el yodo. Muy curioso.
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[Marmitaco en bocado] |
Hasta aquí la primera entrada de nuestra experiencia en Paco Roncero Restaurante, en la que os hemos contado las primeras impresiones, os hemos hablado del local y del equipo y hemos narrado los primeros pases del menú Reivindicación. En la próxima entrada, los principales y los postres.