Hace un tiempo os contamos nuestra experiencia en Beluga. Hoy es el turno de su hermano pequeño, ese hermano que ha viajado por todo el mundo, ha aprendido idiomas y descubierto la comida internacional; ese hermano que, sin descuidar ni mucho menos los modales, es más informal, más de caña y tapa que de mesa y mantel; ese hermano, Kraken, que vive cerca, muy cerca de su hermano mayor y que lleva por nombre el de ese calamar gigante de la mitología nórdica.
El local tiene estilo, es acogedor y muy agradable. Unas pocas mesas en la terraza con vistas a la plaza de las Flores y a calle Larios y una carta breve donde una veintena de platillos combaten para ser los elegidos. Tapas frías y fritas, platos calientes, bocados y postres. Una carta que, a nuestro juicio, tiene un éxito poco valorado: es más que apta para que una persona pueda comer sola y probar varios platos, algo que no siempre es factible.
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