lunes, 23 de septiembre de 2019

La Brasserie Taverne du Passage y otras pistas belgas

Setenta y dos horas desde que despegamos hasta que volvimos a tocar tierra en Málaga. En esos escasos tres días hemos estado en Ámsterdam y Bruselas por motivos laborales, que nos han dejado muy pocas horas para el turismo y la gastronomía, sobre todo en la capital holandesa. No obstante, algo hemos podido hacer y os lo queremos contar.

[Grand Place]
[Galerie de la Reine]

Es la tercera vez que viajo a Bélgica y en las tres ocasiones he pasado por la capital. En otros viajes he tenido la oportunidad de conocer Brujas, Gante y Amberes. Por tanto, he pensado que podríamos compartir, además de nuestra cena en La Brasserie Taverne du Passage, algunas otras pistas que puedan resultar de interés si viajáis por el país de la cerveza, el chocolate, los mejillones, las patatas fritas y los gofres.

La cena
Antes de comenzar, quiero agradecer públicamente la ayuda a mis amigas Lisa y Esther --ambas de Bruselas-- por su ayuda, atención y acompañamiento en esta gastroescapada o, mejor dicho, en las horas gastro dentro de un viaje de trabajo. Igualmente, agradecer a los compañeros que compartimos mesa porque, como siempre decimos, lo bueno, si es compartido, es mil veces mejor: Patricia, Vincent, Paola, Ana, Román, Concha... 

Nuestro interés estaba en disfrutar de la gastronomía belga tradicional, para lo que manejábamos algunas opciones interesantes como Viva M'Boma o Core Bruselles, aunque acabamos decantándonos por La Brasserie Taverne du Passage, que se encuentra en la Galerie de la Reine, a escasos metros de la Grande Place y que, según nos contaban, es un lugar habitual para quienes van o salen del cercano teatro. 

[Taverne du Passage]

Aunque no es habitual en Bélgica, pedimos varios platos para compartir. Antes de los principales, pedimos Croquettes de Crevettes Grises de la Mer du Nord --croquetas de camarones del Mar del Norte-- y Croquettes du Fromage --croquetas de queso--, muy ricas. Ya sabemos que las croquetas son una elaboración francesa que poco a poco fue conquistando las cocinas de medio mundo, adaptándose a los productos locales. La guarnición de las croquetas era perejil frito, que se coloca sobre las croquetas a la hora de comerlo, bastante sabroso.

[Servicio de pan y mantequilla]
[Croquettes]

Por supuesto, no podían faltar los mejillones. A diferencia de España, cuando se piden mejillones en Bélgica --moules-- nos servirán un kilo en una olla cerrada, fundamentalmente hay dos elaboraciones tradicionales: moules marinières (con cebolla, apio, perejil...) y moules vin blanc (al vino blanco). Un par de trucos: la tapadera se utiliza como recipiente para echar las conchas; y, una vez que nos comemos el primer mejillón, utilizaremos su concha a modo de pinzas para sacar la carne del resto.

[Moules]

También probamos el Tomate Crevettes, es decir, el tomate relleno de camarones. Sinceramente, fue el plato que menos me convenció. Tengo entendido que en otras ocasiones los camarones se marinan con mostaza aunque en nuestro caso estaban cocidos y nada más, quedando un tanto insípidos. Con mayonesa ganó bastante. El tartar de ternera sí que estaba espectacular, elaborado al estilo tradicional, es de esos que no puedes dejar de comer. ¡Que no se nos olvide! Todo siempre acompañado de las tradicionales patatas fritas.

[Tomate Crevettes]
[Tartar de ternera]

Pero de todos los platos, nos quedamos sin duda con el waterzooi, absolutamente delicioso, lleno de sabor y perfecto para una noche fresca. Es una sopa-estofado que se prepara con pollo (aunque también existe la versión de la Mer, con pescado), patata, apio, zanahoria, puerro, mantequilla, sal, pimienta, yemas de huevo y nata. El resultado es una sopa densa, que recuerda nuestros pucheros, pero con ese aporte graso de la nata y la mantequilla. Un nuevo plato se suma a mi lista de favoritos.

[Waterzooi]

Chocolate
En las Galerías Reales Saint Hubert, además de poder cenar en La Brasserie Taverne du Passage, puedes volverte loco comprando chocolate. La galería huele a chocolate y los escaparates llaman tu atención a cada paso. Nos encontraremos con Neuhaus --proveedores oficiales de la Casa Real belga--, Godiva, Leonidas, Pierre Marcolini...  una auténtica locura en forma de tabletas, bombones, galletas, cremas, pralinés, frutas bañadas, dulces, caramelos.


Cerveza
Mucho habría que hablar --y mucho más habría que beber--, sobre la cerveza belga. Más de mil cervezas originales belgas, casi doscientas cervecerías en todo el país y, sobre todo, una cultura cervecera muy arraigada. Pilsener, de abadía, trapistas, ambar, blanch, brut, negras, dobles o triples... la variedad de abrumadora y la calidad excelente.


Nosotros dimos buena cuenta de algunas de ellas en Mort Subite y Le Roy d'Espagne: Westmalle --cerveza trapense, Dubbel y Tripel--, Tripel Karmeliet o Brugse Zot (de Brujas), entre otras.

[Bonus] Los gofres de Max, en Gante
No me he podido resistir a rescatar, de mis carpetas de viajes, este lugar de Gante --una ciudad preciosa, por cierto-- donde disfrutar de los que para muchos expertos son los mejores gofres del mundo: Max.

[Gofres de Max]

Con fresas, con nata, con helado, con chocolate o con azúcar glaseada, estos gofres son exquisitos. Lo que más me sorprendió fue su finura y su textura. Lejos de la masa de los gofres a los que estamos habituados, los gofres de Max (y, según nos contaron, los de esta zona de Bélgica) son mucho más finos, casi etéreos, con una textura que se acerca casi a la del barquillo. No te los pierdas.

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