Rafael Chirbes, en su novela
Crematorio, utiliza la gastronomía para indicar el paso del tiempo. Del mismo modo que los clásicos utilizaran imágenes como la lluvia para mostrar el paso del tiempo, el autor valenciano recurre a todo lo que ingiere el protagonista para hacer entender al lector el paso de los días:
Ya empiezan a ser muchos días arrastrando mis kilos de más, pero también, y sobre todo, son muchos, muchísimos, una infinidad los kilómetros, una infinidad de habanos, de alcohol, toneladas de solomillos, de chuletones y chuletas, e callos bien melosos y picantes, de meros que alguien acaba de sacar del mar, de sabrosas gambas, de langostas a la parrilla o con arroz o a la termidor. Dicen que todo eso, a lo que yo califico de hermosura, pesa como plomo dentro del cuerpo, esa hermosura alimentaria o gastronómica pesa.
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