No estamos en contra ni de la cocina fusión ni de la llegada de influencias extranjeras --¡Dios nos libre!-- que sean asimiladas y que sumen a las elaboraciones de los chefs en cuanto a ingredientes, tratamientos de los mismos, elaboraciones, técnicas, etc. pero, como alguna vez escuché decir a Sergio Garrido, hay tantas versiones vanguardistas del ajoblanco y del gazpachuelo que debemos preguntarnos si queda algún sitio en el que disfrutar del tradicional, del de toda la vida. Parece que solo quedan las casas de nuestras madres y abuelas.
Por todo ello --y disculpad esta introducción tan extensa--, es necesario buscar una casa de comidas, un mesón o un restaurante en el que disfrutar de nuestra cocina. Y hace unos días tuvimos ocasión de conocer uno de estos lugares, el Mesón Restaurante Rincón de Emilio, descrito por mi amigo Román como "producto de primera calidad y la mejor cocina del pueblo".
La carta consta de dos secciones de entrantes --entradas frías y entradas calientes--, carnes, pescados y mariscos y postres. En las entradas frías encontramos ensaladas, clásicos como el melón con jamón ibérico y aguacate con gambas, patés, anchoas y jamón ibérico y una selección de quesos de primera calidad entre los que destaca el Payoyo curado, indiscutible rey de reyes entre los quesos andaluces y uno de los más brillantes a nivel nacional e internacional.
[Queso Payoyo curado] |
[Carta de entrantes] |
De las entradas calientes destacan las croquetas caseras --de rabo de toro, de bacalao, de queso, de gambas...-- y otros clásicos como los revueltos --ojo, con boletus--, los huevos rotos --atención, con foie-- o los pimientos del piquillo rellenos --de marisco, ni más ni menos--.
A recomendación de mi amigo Román, cicerone de esta cena, pedimos las gambas al pil pil que, por el calibre, más se acercaban a langostinos, bien de ajito y en su justo punto de picante... las sopas de pan surcaron el sabroso aceite hasta que no quedaron más que los cadáveres (exquisitos) de las guindillas.
[Gambas al pil pil] |
Al ser una cena, preferimos seguir compartiendo raciones el lugar de optar a plato único por persona. Lamentablemente no pudimos pedir toda la carta --y eso que las concha finas nos llamaban a voces, las almejas salteadas no hacían más que guiñarnos un ojo de modo sugerente y la paletilla de cordero lechal nos miraba juguetona-- pero no nos arrepentimos un ápice de lo que pedimos: unos excepcionales fideos tostados con langostinos y rape, mayonesa de piquillo y hebras de pimiento.
[Fideos tostados] |
Rematamos con unas hamburguesitas de rabo de toro con albahaca, muy ricas también.
[Hamburguesita de rabo de toro] |
Decidimos no tomar postre pero las opciones son amplias y en la línea de toda la carta: arroz con leche, pudin, tarta y natillas caseras, junto a helados, fresas con nata o frutas de temporada.
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