martes, 23 de noviembre de 2021

Mike Palmer, la metamorfosis

¡Qué decir de Miguel Palma a estas alturas del camino! Un cocinero particular y honesto, trabajador y con personalidad. Esa personalidad es la que le ha hecho reinventarse una y otra vez, y la que lo ha llevado a este nuevo proyecto en el que Miguel se metamorfosea en Mike Palmer y toma forma en una casa de comidas, en el Club Hípico El Pinar, donde el producto de mercado manda y donde los platos combinan la tradición y el gusto. 


Situado no tan lejos como puede parecer pero lo suficientemente aislado del bullicio de la ciudad, La Taberna de Mike Palmer es una especie de oasis en el desierto. Ambiente rural en un espacio abierto y luminoso con aires de venta en el que guisa de verdad. Los fondos y las brasas son las señas de identidad. Los clásicos de nuestra cocina son los protagonistas, todos con un toque de distinción, sutileza y elegancia que, manteniendo dicha esencia, lo suben un peldaño. 


Para abrir boca una variedad de panes --con mantequilla y tapenade casero-- que nos acompañarán durante nuestra comida. Esta comida requiere tener un buen trozo de pan en una mano, siempre. Comenzamos con una excelente ensaladilla rusa con perdiz. No perdáis detalle de la vajilla en las fotos, preciosas todas y cada una de las piezas.


De entre los "comestibles finos para abrir boca", tras la ensaladilla rusa, optamos por la tortilla de patatas al whisky, con cebolla y unos ajitos frito.


Las verduras a la brasa tienen un papel importante: las berenjenas con miel, soja y bonito seco son llamaron la atención aunque nos decantamos por la cebolla a la brasa con mostaza antigua y especias, y no nos equivocamos. 


Hicimos caso a la recomendación y elegimos unos mejillones con gazpachuelo fuera de carta. Estos mejillones franceses, de calibre pequeño-mediano, llegan en la cazuela con el gazpachuelo. El jugo del molusco enriquece el guiso que, cuando terminamos, podemos beber inundando el paladar. Cosa seria.


De los postres, elegimos los melocotones al horno y la tarta de queso, sensacional broche a una comida diferente, con reminiscencias a la cocina de la abuela, con protagonismo del fuego y el buen guisar. 


Se nos quedaron muchas cosas por probar: el pulpo asado con salsa de callos, el tuétano, los carabineros con huevos fritos y sobrasada, el curry rojo de carrillera ibérica, las croquetas de chorizo de Jabugo... mucho y muy bueno de lo que, sin duda, iremos dando cuenta en próximas visitas.

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