lunes, 28 de octubre de 2019

Restaurante Martín Berasategui: el templo (1)

Qué complicado es comenzar a escribir sobre la casa madre de Martín Berasategui. ¿Qué decir cuando ya se ha dicho todo? Hace poco el restaurante cumplió 25 años mientras ascendían hasta 40 los años que el cocinero lleva en las cocinas. Tres estrellas Michelin en este establecimiento donde nació todo y un total de diez macarons repartidos del siguiente modo: Lasarte (tres estrellas) y Oria (una estrella) en Barcelona, MB (dos estrellas) en Tenerife y la sidrería eMeBe Garrote (una estrella) en San Sebastián. Todo esto sin sumar el resto de restaurantes, hasta un total de quince. Pero el restaurante Martín Berasategui en Lasarte-Oria es su casa, su templo.


El restaurante está situado en la localidad de Lasarte-Oria, a unos siete kilómetros de San Sebastián. Es un casería familiar en el que se disponen tres salones alrededor de unos ventanales enormes con vistas al jardín, de modo que exterior e interior armonizan perfectamente en un único espacio. El interior es todo de madera y el ambiente es muy cálido.


El tratamiento de todo el equipo es exquisito, consiguiendo ese equilibrio perfecto entre la educación y la cercanía, la rigurosidad en explicación de cada plato no riñe con el intercambio entre comensal y personal de sala, pudiendo compartir expectativas, experiencias, deseos y hasta alguna que otra broma. Para el aperitivo pedimos un txakolí y, como no podía ser de otro modo, disfrutamos del K5, de las bodegas de Karlos Arguiñano (D.O. Getariako Txakolina, variedad 100% Hondarrabi zuri).


Tenemos la opción de carta y de menú y nos decantamos por la segunda. El Gran Menú Degustación es un recorrido por la historia del restaurante y del propio Martín. Compuesto por trece pases más dos postres, servicio de panes con selección de mantequillas y petit fours, nos ofrece las creaciones más recientes junto a algunos de los platos más emblemáticos de Berasategui.

2019 Nuestras olivas aliñadas
Qué mejor que acompañar el txakolí con unas aceitunas, solo que poco convencionales, como era de esperar: las aceitunas líquidas son una verdadera delicia. La explosión en boca inunda del sabor de la oliva manzanilla. Se acompaña de un crujiente de oliva.


2019 Tapioca de remolacha y crustáceos
El segundo aperitivo es también de este año: un crujiente de tapioca de remolacha con un tartar de cigala y salmón, exquisito bocado.


2018 Gilda y tartar de atún
La gilda es, con total seguridad, el pintxo más popular de Donostia y no podía faltar en el templo de la gastronomía guipuzcoana. La versión de Berasategui es delicada y sabrosa al mismo tiempo: ocho esferificaciones --de anchoa, de guindilla y de aceituna-- que se unen como si fueran el cuerpo de una cigala y que en boca estallan con el mismísimo sabor de la gilda tradicional. Completa este tercer pase un tartar de atún "Balfegó" sobre caldo de alcaparras "Agrucapers", presentado a modo de quenelle. El caldo de alcaparras es el vínculo entre los dos bocados, el elemento de cohesión.


Los panes y las mantequillas
Tras los tres primeros aperitivos llega el servicio de panes y mantequillas. Estas últimas son un verdadero icono de Martín Berasategui: en la foto se aprecian las cuatro barritas de mantequilla de alcaparra, aceituna negra y anchoa (en primer plano, marrón oscuro), de lemon grass (color beige), de aguacate (verde) y de nongos (al fondo, color marrón claro). 


Para acompañar la comida y disfrutar de las mantequillas, el surtido de panes es igualmente de primer nivel: brioche de tocineta; trenza de higos pasas y nueces; focaccia MB; pan hojaldrado; pan de fenogreco; hogaza de alta fermentación; baguette de masa madre.



1995 Milhojas de anguila y foie gras
Martín nació en 1960 y su restaurante homónimo abrió las puertas en 1993. Tan solo dos años más tarde, en 1995, creó esta maravilla que es todo un clásico de la alta cocina y que tanto ha influido en elaboraciones posteriores de otros chefs: milhojas caramelizada de anguila ahumada, foie gras, cebolleta y manzana verde. Un bocado perfecto.


2019 Flor de sepia líquida
Damos un nuevo salto en el tiempo de casi un cuarto de siglo para aterrizar de nuevo en una versión líquida de un clásico: en este caso, de sepia con su tinta.


2018 Bacalao, espárragos y caviar
Esta creación del año pasado se ha ganado un puesto en el menú de 2019 con todo merecimiento. Gelé de bacalao con encurtido de espárragos y su crema con caviar "Ars Italica", avellanas y crujiente de piel del propio bacalao. Las diferentes texturas y tratamiento del espárrago, el crocante de la piel de bacalao y las avellanas y el fondo del caviar armonizan en un plato lleno de matices.


2001 Ensalada de tuétanos de verduras
El otro gran clásico del Gran Menú y el plato más bonito, estéticamente hablando, del mismo es esta ensalada de tuétanos de verdura con marisco, crema de lechuga de caserío y jugo yodado de agua de tomate. La sinfonía de colores, formas, sabores, texturas y contrastes de sabor es sensacional. Este plato es una pura fiesta.


lunes, 21 de octubre de 2019

Una ruta de pintxos en el Casco Viejo de Donostia: 12+1

Qué ganas tenía de volver a Donostia y qué ganas de escribir esta entrada. Lo que presento en este post no es otra cosa que una de las miles de rutas de pintxos posibles que se pueden hacer en San Sebastián, solo que esta es la que te puedo recomendar porque he disfrutado, me he deleitado con todos y cada uno de estos pintxos. En total son ocho bares para un total de doce míticos pintxos más un espectacular postre. Y todo ello sin salir de tres calles.

Goiz Argi
Fermín Calbetón, 4
Debemos confesar que nuestro propósito era comenzar en el bar Néstor (Pescadería, 11) probando su antológica tortilla de patatas, de las que solo hace una a las 13:00 y otra a las 20:00 pero nos lo encontramos cerrado por vacaciones (merecidas, seguro). La alternativa para comenzar la ruta fue la próxima calle Fermín Calbetón. La primera parada, el Goiz Argi. El primer pintxo, la brocheta de gambas con una salsa tan secreta como deliciosa.

[Brocheta de gambas]

Sport
Fermín Calbetón, 10
Solo unos metros más adelante, en la misma acera, la barra del Sport es todo un icono y ofrece una enorme variedad de pintxos --croquetas de hongos, foie...-- entre los que destacamos el crepe de txangurro con una salsa de potente sabor.

[Crepe de txangurro]

Borda Berri
Fermín Calbetón, 12
Salimos del Sport y entramos en su vecino: Borda Berri, donde no paran de salir, sobre todo, estos dos pintxos: el (falso) risotto de puntalete con Idiazábal y el kebab de costilla ibérica. Espectaculares.

[Risotto de Idiazábal]
[Kebab]

A fuego negro
31 de agosto, 31
Cambiamos de calle y de Fermín Calbetón nos vamos a 31 de agosto donde entramos en uno de los establecimientos que ha conseguido darles un toque vanguardista a la tradición de los pintxos con propuestas más que interesantes: A fuego negro. Mucho y muy bueno donde elegir, como  la Makcobe with txips, mini hamburguesa de carne de kobe con chips de plátano.

[Makcobe]

Gandarias
31 de agosto, 25
Bajamos la calle hasta otro clásico: Gandarias, donde finalmente optamos por el pintxo de hongos con jamón ibérico y el imprescindible foie a la plancha.

[Hongos]
[Foie a la plancha]

Martínez
31 de agosto, 13
Caminamos un poquito hasta el número 13, donde entramos en otro de los templos que guardan el sabor de la tradición donostiarra: el bar Martínez. El morro de bacalao con crema de txangurro y el calabacín relleno de crema de centollo con queso, absolutamente imprescindibles.

[Morro de bacalao]
[Calabacín y centollo]

Ganbara
San Jerónimo, 17
Y si de clásicos hablamos no podemos olvidarnos de Ganbara donde damos cuenta de la mítica gilda --acaso el pintxo donostiarra por excelencia--, de la célebre tartaleta de txangurro y de la especialidad de la casa: hongos y setas de temporada.

[Gildas]
[Tartaleta de txangurro]
[Hongos y setas de temporada]

La Viña
31 de agosto, 3
Y no se puede terminar ninguna ruta de pintxos en la capital gipuzcoana en otro lugar que no sea La Viña. Si ya no te entra ni un pintxo más, deja un hueco para la tarta de queso. Simplemente perfecta, de sabor y de textura.

[Tarta de queso]

Espero que, si te escapas a San Sebastián --lo cual te aconsejo apasionadamente, por la belleza de la ciudad y la oferta de bares, restaurantes y asadores--, estas pistas te ayuden a tener una experiencia gastronómica de la que disfrutes tanto como nosotros cada vez que nos escapamos a esta ciudad que nos tiene enamorados.

domingo, 13 de octubre de 2019

Gastroletras de Sue Kaufman

Publicada originalmente en 1967, Diario de un ama de casa desquiciada vio la luz en su versión en español en 2013 de la mano de Libros del asterioide. Considerada "una de las novelas fundacionales y más representativas de la nueva conciencia femenina surgida a mediados del siglo pasado en Estados Unidos", la obra de Sue Kaufman está de vigente actualidad. Narra la aparente vida perfecta de Tina Balser que, en el fondo, no es tal sino una lucha como la de cualquier ser humano con sus anhelos, frustraciones, miedos y dudas. En este diario encontramos bastante presencia del hecho gastronómico que es utilizado por la autora para definir ciertos conceptos y situaciones. Por ejemplo, así recuerda la cena de Acción de Gracias de su infancia.
Aunque las criadas variaban de año en año, el menú era siempre el mismo: crema de champiñones de lata, pavo relleno, jalea de arándanos en conserva, judías verdes, boniatos cubiertos de malvavisco, ensalada, panecillos, un molde de helado gigante en forma de pavo y bombones de chocolate en forma de hoja. El pavo siempre estaba duro y fibroso; el relleno, seco y harinoso; las judías verdes, duras y de un verde brillante; los boniatos, empalagosos y pegajosos por culpa del dulce. Era una comida benéfica, los parientes pobre invitados una vez al año para compartir la Gracia de Dios y ser agradecidos. Solo que nunca oí a nadie pronunciar una sola palabra ni remotamente relacionada con la gratitud.
Y un año, por fin, nuestra protagonista tiene ocasión de cambiar el menú de todos los años y hacer algo diferente:
Este año, cuando Jonathan lo hizo, me volqué en su petición de hacer algo diferente, y funcionó: George se esfumó. Me lancé sobre mis libros de cocina y sobre los viejos números de Gourmet de Jonathan, y cuando tuve diseñado el impresionante menú, empecé con las compras y la elaboración. Lo hice todo a pie, eligiendo yo misma los productos y arrastrándolos hasta casa: el ave de siete kilos, las verduras, las frutas. (En el Nieuw Amsterdam Market se pegaron un susto de muerte al verme aparecer, ya que, como me explicó Jonathan una vez, "su clientela solo compra por teléfono"). Incluso me quedé mirando cómo el hombre de la pescadería abría las otras para el relleno y fui caminando hasta Schafft para el pastel de calabaza, el único elemento de mi menú nostálgico que la intuición me dijo que no cambiara. Y entonces lo cociné todo yo, desde la sopa, un consomé doble para el cual era necesario tener una olla de caldo ene l fuego durante dos días, hasta los frutos secos: unas almendras que escaldé, unté con mantequilla, salé y tosté yo misma. Muy Tabita-Twitchit-Danvers. Ayer llegó finalmente Acción de Gracias. Amaneció un día frío y crudo, el aire olía a nieve.
No os cuento cómo fue el desarrollo de ese día tan esperado... os aconsejo que leáis la novela. No os defraudará.

[Sue Kaufman,
Diario de un ama de casa desquiciada,
Libros del asterioide]