miércoles, 4 de marzo de 2020

Una semana descubriendo la cocina israelí

A finales del pasado mes de febrero tuvimos ocasión de pasar una semana en Tierra Santa, en las zonas de Israel, Palestina y Cisjordania. Siete días entre Tel Aviv, Haifa, Belén, Jerusalén, Nazaret, Mar Muerto, Mar de Galilea... que nos dieron para intentar de entender el equilibrio religioso, histórico y político que se da en esa parte de Oriente Medio y para descubrir su gastronomía.

En líneas generales podemos decir que gastronomía israelí es una cocina mediterránea, muy similar a la cocina turca y a la marroquí, por tomar como referencia dos gastronomías muy reconocibles. Sigue punto por punto las características de la dieta mediterránea en cuanto a la abundancia de verduras, legumbres y cereales, aceite de oliva como grasa principal, poca carne roja, etc.


Las comidas suelen constar de varios platos fríos a base de verduras para compartir más un principal de carne o pescado. No faltan los encurtidos y algunas salsas. Entre estos platos que van al centro, destaca el omnipresente hummus, al que cada zona, restaurante o familia le da su toque (más o menos acidez, con un pimentón o sin él, con o sin un toque de aceite de oliva... y el pan de pita a modo de cubierto con el que degustar el hummus.


Los platos fríos son principalmente ensaladas variadas donde predominan la col, la lombarda, los encurtidos --aceitunas, pepinillos--, la zanahoria, el pepino y las salsas con base de yogur. Entre las más populares, la ensalada israelí, muy parecida a nuestra pipirrana o picadillo --tomate, pepino, perejil, aceite de oliva, limón y especias-- y lo que llaman ensalada turca y que nos recuerda a nuestro pisto aunque frío, con cebolla cruda y picante. 

 

El plato principal más popular es el pollo y el cordero. El pollo se elabora al horno, relleno de arroz o a la parrilla, mientras que el cordero puede ser asado, al horno o en las archiconocidas y deliciosas kuftas.


En la zona de Ginosar, donde encontramos el Lago de Tibreríades o Mar de Galilea, es muy típico el pez de San Pedro, que lleva el nombre de uno de los principales discípulos de Jesús, pescador en aquellas aguas. Según cuentan, desde la época de Jesús se ha pescado este pez que se come a la plancha o frito.


En Israel también podemos encontrar muchísimas marcas de cervezas, cada región tiene la suya propia así, por ejemplo, encontramos Taybeh y Shepherds en Palestina o Maccabee es zona israelí.

 

Al final de la comida, más que postre, es habitual tomar un pequeño bocado dulce, tipo baklava o mini merengues de coco y, por supuesto, los deliciosos dátiles junto a un café que, cuando entramos en la zona árabe, suele ser café con cardamomo.


Y en la calle, falafel
La comida callejera también merece algún comentario. En Jerusalén se ven puestos callejeros con unos panes de sésamo muy parecidos al simit turco y bollos de azafrán. Son muy populares los zumos de frutas, sobre todo, de granada. También encontramos en las zonas de mercado las tiendas de baklavas, especias, halva --unos bloques con frutos secos parecidos a nuestros turrones-- y, por supuesto, el falafel. Esta especie de croqueta de garbanzo se sirve dentro de un pan de pita con salsa de yogur y verduras y es una delicia y es propio de la zona árabe, como Belén.


Shakshuka, el desayuno israelí
En Tel Aviv y Nazaret pudimos probar algunas de las comidas más habituales en los copiosos desayunos israelíes, como la shakshuka: una base de tomate, cebolla, ajo, perejil y picante sobre la que se estrellan unos huevos. También probamos el mutabaqq --empanadillas de pasta filo rellenas de queso tipo ricotta-- y las bourekas, parecidas pero rellenas de patata con sésamo. También dimos cuenta del labneh, un queso que se elabora a partir del yogur.


Como veis, la gastronomía se suma a la lista de razones para visitar este lugar de tanto interés geopolítico, tanta historia, tanto arte y tanta espiritualidad.

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