miércoles, 5 de diciembre de 2018

Prohobitox: libertad, creatividad e inspiración china

Los orígenes hay que buscarlos en Escandinavia; la inspiración gastronómica, en Asia --principalmente en la cocina china--; y el restaurante, en el centro de Málaga. Bienvenidos a Prohobitox, un restaurante que se autodefine como "Asian crossover" y que destaca por la alta calidad de la materia prima, el buen hacer en la cocina, el mimo en el trato al cliente y el ambiente internacional.

Situado en la calle Juan de Padilla, en el entorno de la plaza de los Mártires, es el sueño de Bianca Braten y el chef Robert Harewood, que cambiaron la fría Oslo por la cálida Málaga para este proyecto que abrió en la capital en verano de 2017. Entre otros, el chef Harewood ha trabajado junto a Michel Roux Jr. en Le Gavroche y a Gordon Ramsey en Aubergine.

[Prohobitox. Terraza]
[Prohobitox. Detalles del interior]

El espacio ha sido diseñado por el estudio malagueño IE2, responsable también de Café de París o de Sergio Megías Gastrobar, entre otros. El interior es muy acogedor: iluminación tenue, cómodos asientos, mesas pequeñas de madera con velas, grandes cortinas que le dan un aire teatral... 

[Carta de Prohobitox]

La carta no es demasiado extensa, como nos gusta, y se divide en Snacks y acompañamientos, Tapas asiáticas, Noodles, arroz y verduras, De los océanos, De la tierra y Postres. Pensamos que destacan las tapas --inspiradas claramente en los dim sum chinos-- y los platos para compartir. Nosotros comenzamos con dos excelentes tapas: croqueta cremosa de arroz con salchichas chinas y mayonesa de wasabi y vieira Sui Mai con vinagreta XO y huevas de pez volador.

[Croqueta cremosa de arroz con salchichas chinas
y mayonesa de wasabi]
[Vieira Sui Mai con vinagreta XO y huevas de pez volador]

Fuera de carta nos sugirieron las navajas picantes a la plancha y, como acompañamiento, donut chino con sal de Sichuan. Sublime.

[Navaja y donut chino]

De la tierra, nos decantamos por unas costillas a la naranja con Kahlua, almendras de Málaga y cacao, un sensacional con base china y productos locales que nos hacían viajar a México: América, el Mediterráneo y la lejana Asia en un mismo plato.

[Costillas a la naranja con Khalua, almendras de Málaga y cacao]

Terminamos la cena con el pulpo a la plancha, arena comestible de Pedregalejo y salsa hoisin. Esta salsa --popular por ser la perfecta pareja de baile del pato Pekín-- combina a la perfección con el pulpo, muy tierno y jugoso. La textura la aportan la tierra junto a la yema de huevo y el sésamo. Uno de los platos de referencia de Prohobitox. Como acompañante pedimos una verduras asiáticas salteadas que nos encantaron: raíz de loto, bok choy y tofu salteados con jengibre, ajo, vinagre de arroz, salsa de soja  y chile rojo.

[Pulpo a la plancha, arena comestible de Pedregalejo y salsa hoisin]
[Verduras asiáticas salteadas]

Nos recomendaron que dejáramos un huequecito para el postre y así lo hicimos. Elegimos el (sorprendente) postre estrella de la casa: tarta tatin de piña, que sorprende por el toque picante que le da el chef con el chile rojo, que potencia el sabor de la fruta, el ron blanco y el helado de yogur. Una brillante forma de cerrar la cena.

[Tarta tatin de piña]

Más que interesante restaurante de cocina fusión asiática en la que destacan los productos de estación al servicio de platos de inspiración china elaborados con criterio, en los que la creatividad del chef son fruto de sus años de experiencia y de una libertad en los fogones que dan como fruto una cocina con gran personalidad.

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