jueves, 31 de enero de 2019

Cómete Salamanca sin salir (apenas) de su Plaza Mayor (y 2)

Seguimos con nuestra ruta salmantina que empezamos a contaros hace unos días en este primer post en el que os hablábamos de Cuzco Bodega y de Bambú.

Las tapas de Gonzalo Plaza Mayor, 23
No se trata simplemente de su terraza, desde la que puedes contemplar la magnífica Plaza Mayor de Salamanca mientras disfrutas de una caña o de un buen vino, Las Tapas de Gonzalo ofrecen mucho más. Sus pinchos son de gran calidad, tanto es así que sus callos han ganado el concurso a los mejores callos del mundo y sus patatas bravas están entre las 10 mejores de España. El producto local también es el protagonista de alguno de sus platos, como su excelente tartar y su jugosa hamburguesita ambos de ternera morucha.

Si la boca se te hace agua, espera a ver las imágenes de los platos y pinchos con los que nos deleitamos.

[Tartar de ternera morucha]
[Callos]
[Hamburguesitas de ternera morucha]
[Patatas bravas]

Tapas 3.0 Calle Sánchez Barbero, 9
Este gastrobar se encuentra ubicado en una calle cercana a la Plaza Mayor. Su elegante y moderna decoración hacen de Tapas 3.0, un lugar acogedor en el que disfrutar de las tapas más tradicionales aderezadas todas ellas con un toque vanguardista. Además de los platos de su carta, en Tapas 3.0. puedes encontrar otras recomendaciones fuera de esta que no dejan indiferentes.

Ahí van algunas sugerencias basándonos en nuestra propia experiencia:

[Carpaccio de buey con kikos y nube de queso]
[Gazpacho de melón y gambas]
[Albóndigas de vaca con curry rojo]

Mesón Cervantes Plaza Mayor, 15
El Mesón Cervantes también se ubica en la Plaza Mayor y es, sin duda, el lugar más típico de todos los mencionados. Es el lugar perfecto para tomarte unas cañas con sus correspondientes pinchos, todo a muy buen precio.


.... La autora de este post, Inés Gordo, es colaboradora habitual de Gastroasuntos y viajera impenitente, cuyas experiencias recoge en su blog La patria en mis talones y en su cuenta de Instagram.

jueves, 24 de enero de 2019

Cómete Salamanca sin salir (apenas) de su Plaza Mayor (1)

Salamanca. Tierra de suculentos jamones y de terneras moruchas, de delicioso hornazo y de exquisito farinato. Y lugar de frío, de mucho frío. Nuestra experiencia gastronómica por esta gélida provincia castellanoleonesa comenzó, precisamente, durante el mes de diciembre. Afortunadamente, antes de organizar nuestro viaje, contactamos a través de Instagram con un buen amante de lo culinario en general y de los fogones salmantinos en particular. Gracias a Miguel Blanco y al detallado listado que nos proporcionó con varias (y excelentes) rutas de pinchos y tapas, nos armamos de valor y salimos a comernos Salamanca a pesar de que los termómetros, tras la puesta del sol, llegaron a rozar temperaturas bajo cero. Eso sí, limitamos nuestra experiencia a los bares y tascas ubicados en la imponente Plaza Mayor y en sus calles aledañas.

A continuación os presentamos los cinco lugares que nos encandilaron por su autenticidad, originalidad y por la calidad del producto ofertado; así que si también eres friolero, te invitamos a degustar la Salamanca más sabrosa sin moverte, apenas, de su Plaza Mayor.


Cuzco Bodega Calle Juan del Rey, 5
Comenzamos nuestra deliciosa lista con la apuesta gastronómica que más disfrutamos: Cuzco Bodega. Este pequeño restaurante presenta una excelente variedad de tapas y de pinchos gourmet y una extensa carta de vinos. Cabe destacar, del mismo modo, la profesionalidad de sus camareros, ya que, sin duda, lo mejor es seguir sus recomendaciones.

Estos fueron algunos de los platos que pudimos degustar en Cuzco.

[Solomillo ibérico al Pedro Ximénez]
[Canelón de marisco]
[Burrito de pato confitado]
[Tataki de lomo ibérico con polvo de kikos]

Restaurante Bambú Calle Prior, 4
Bambú es el lugar idóneo para todo aquel que disfrute no solo de la cocina tradicional sino también de la buena carne, puesto que la gran parrilla de la que dispone hace que la panceta, las costillas y otras delicias porcinas se sirvan en su punto justo.

En Bambú también se pueden degustar las tapas y los pinchos más típicos de la zona todos ellos se exponen en una amplia barra donde los clientes se agolpan para pedir y dejarse asesorar por los camareros. Las patatas revolconas con torreznos estabas buenísimas.

Si quieres hacerte una idea de qué pedir en bambú, aquí te dejamos algunas sugerencias:

[Patatas revolconas con torreznos]
[Pinchos de gambas y pulpo a la gallega]
[Costillas]
[Panceta]

.... La autora de este post, Inés Gordo, es colaboradora habitual de Gastroasuntos y viajera impenitente, cuyas experiencias recoge en su blog La patria en mis talones y en su cuenta de Instagram

miércoles, 9 de enero de 2019

Doramar Puerto, la alternativa marinera del Soho

La tradición marinera de Málaga entre arte urbano, barber shops, tatoo studios y cereal bars, así podríamos resumir la presencia de Doramar Puerto en el Soho. Hace cinco años, Antonio Rivera y Rafael Aguilar decidieron abrir su segundo restaurante --el original, el Málaga Doramar de Ciudad Jardín, se inauguró en el olímpico año de 1992-- con las mismas premisas: producto de calidad y cocina honesta.


En el interior todavía se descubre la decoración del anterior local --Gaudí-- pero poco de modernismo encontramos en su propuesta gastronómica, donde el marisco, el pescado y los arroces tienen un protagonismo absoluto.

Como en todos los sitios hay que probar la ensaladilla rusa, por ahí comenzamos nuestra comida: rematada con pimientos asados está muy rica aunque tal vez demasiado fría. Cuestión de gustos. Las alcachofas a la plancha son excelentes: tiernas y con el punto de cocción perfectas son un elegante entrante.

[Ensaladilla rusa]
[Alcachofas a la plancha]

Tras estos dos entrantes decidimos meternos en el mar. Y si de mar y de Málaga hablamos, imprescindibles son las conchas finas: frescas y muy sabrosas. Seguimos con gambas y navajas a la plancha, de buen calibre. Las gambas tenían ese punto de cocción mínimo que permite apreciar el sabor y la frescura del crustáceo en todo su esplendor.

[Conchas finas]
[Gambas a la plancha]
[Navajas a la plancha]

De principal optamos por el sensacional arroz caldoso, de profundo sabor marinero con almejas, calamaritos, gambitas... una gran elección para los días fríos.

[Arroz caldoso]

De postre probamos la tarta casera de queso --excelente, cremosa--, el tocino de cielo y la milhojas de nata, muy ricas también.

[Tarta de queso]
[Tocino de cielo]
[Milhojas]

Es muy de agradecer que (todavía) se puedan encontrar opciones de cocina tradicional de calidad en un centro histórico que no para de crecer y de evolucionar. Es imperioso que esta cocina sobreviva y conviva con las nuevas tendencias gastronómicas y con la oferta culinaria internacional que enriquece nuestra ciudad.

miércoles, 2 de enero de 2019

Gastroletras de Lindsey Davis

La plata de Britania es la primera novela que la autora inglesa Lindsey Davis escribió con el detective Marco Didio Falco como protagonista. Las novelas --veinte, hasta la publicación de Némesis, la última de la serie, en 2011-- tienen como trasfondo histórico la Roma del emperador Vespasiano. En la novela que nos ocupa, las referencias gastronómicas se cuentan por cientos, pero nos hemos querido parar en el uso que hace la autora británica de la comida como elemento de comparación, puesto que nos ha parecido muy divertido a la par que poético. Veamos algunos fragmentos:
(1) Para salvarlo de la indignidad de que una mujer lo estrujase hasta convertirlo en pulpa de fruta.
(2) El más corpulento de los dos intentaba arrancarme las amígdalas con la tenaz eficiencia con que un pinche de cocina pela guisantes.
(3) ¡Me encantaría abrirlo como a un pollo entrometido, deshuesarlo y depositarlo en una parrilla al rojo vivo!
(4) Suponía que al llegar quedaría aplastado como un cascarón de huevo bajo la pesada bota de un guardia.
(5) Sosia llevaba un vestido rojo con el dobladillo adornado con una trenza color ciruela.
(6) Por debajo el tono de su piel era blanco pétreo como el del alabastro. Era ella, pero jamás sería ella misma. No había luz ni risa, sino un estuche inmóvil y blanco como un cascarón de huevo. Aunque era cadáver yo no pude tratarla como a un cadáver.
(7) En comparación con Hilaris, mi cliente Camilo Vero no era más que una ciruela pocha
(8) Me volví a medias: se trataba de la joven envarada que tenía a la niña en la falda. Sus ojos semejaban caramelo quemado en un rostro cual una almendra amarga. Lucía aretes de oro de los que colgaba una fina cuenta de coralina. De repente la iluminé: era Helna, la hija del senador.
(9) Yo era un tronco derribado que flotaba en una sopa de cebada tibia, aunque apenas podía mover los brazos  las piernas porque tropezaba con los granos; me había atiborrado de zumo de adormidera para calmar el dolor.
(10) Bajo el crepúsculo sus ojos habían adquirido el color de la miel vieja: los últimos restos que se esconden fuera del alcance de los dedos en el fondo del tarro.
(11) Una luz color champiñón cubría de copos los tejados de los templos o titilaba en los surtidores de las fuentes.
(12) Está blando como las natillas. El muy imbécil ha vuelto a enamorarse.
(13) Le dirigí una mirada desorbitada y perversa con la que daba a entender que en un almacén de pimienta podíamos hacer cosas que tenían su propio picante. Helena se puso seria. Carraspeé sensatamente. Se levantó para irse.
 (14) La única posibilidad de moverse consistía en abrirse paso realizando contorsiones musculares en medio del gentío, como una comida que discurre en el interior de una serpiente.
(15) Apenas tuve tiempo de descender calle abajo y aplastarme contra el carro destartalado porque el hombre salió del almacén como una semilla de altramuz que revienta
(16) Bastaría con que cualquiera de los dos hiciese un movimiento para que Camilio la rebanara como a un jamón hispano.
(17) Estaba de pie junto a la barandilla y miraba hacia fuera, pero se volvió en cuanto hablé: ojos como caramelo líquido en un rostro almendrado y cremoso.

Lindsay Davis, La plata de Britania, 2006