.Gastroasuntos. Tu primer gastrorrecuerdo.
.Mario Rosado. La verdad es que no tengo uno concreto. Desde que tengo recuerdos, la vida en mi casa giraba en torno a la mesa: los lunes en casa de mi abuela con su gazpachuelo y sus albóndigas; durante la semana cocinaba mi madre, que es una pedazo de cocinera; los sábados de compras al mercado de Atarazanas; los domingo comíamos fuera; el huerto de casa, las barbacoas de los veranos, etc.
.GA. Tu alimento fetiche.
.MR. Las especias... ¡pero todas! Desde un simple orégano hasta el tandoori.
.GA. La primera receta que aprendiste a elaborar.
.MR. A nivel profesional fue la tarta noruega. Fue lo primero que aprendí en Casa Pedro con 16 años, dos años antes de pisar una escuela.
.GA. El primer plato que creaste.
.MR. Unos canelones de patata rellenos de ciervo y cerezas al aroma de jazmín. Fue un auténtico desastre a todos los niveles: técnico, de sabor... Era la primera vez que trabajaba el ciervo, que hacía un canelón de patata... ¡Aún lo recuerdo y me río!
.GA. Un alimento que nunca falta en tu nevera o tu despensa.
.MR. La cebolla, alimento de reyes como decía mi padre.
.GA. Un país al que hacer un viaje gastronómico.
.MR. Están de moda Japón o Tailandia, pero yo le debo una visita al sur de Italia.
.GA. Un restaurante de Málaga imprescindible.
.MR. El maravilloso problema de Málaga es que ya hay muchos imprescindibles, así que me decanto por el Viva María en mi barrio de El Palo. Posiblemente no es donde mejor se come pero sí donde más a gusto me encuentro y donde me hacen sentir como en casa.
.GA. Un cocinero al que admiras.
.MR. Sobre todo admiro cualidades: la naturalidad de Diego Gallegos, la constancia de David Muñoz, la creatividad de los Roca...
.GA. Una bebida.
.MR. Vino blanco, muy frío, con cuerpo y acidez.
.GA. Define tu cocina en tres palabras.
.MR. Eléctrica, inquieta, personal.
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