KGB
José Alberto Callejo, gerente, fundador y, sobre todo, alma (junto a su inseparable Irene Garrido) de este referente gastronómico del centro, nos cuenta que cuando se cambió el concepto de Manzanilla por el de Kisko García, originalmente se iba a llamar “Kisko García Bar”. Pero uno de sus ex-socios propuso llamarlo KGB, para que no fuera tan largo. "Al coincidir las siglas con la agencia de espionaje rusa, surgió la idea de crear un storytelling: una "Agencia de Espionaje Gastronómico”, ambientada en los tiempos de la Guerra Fría". Y de esa forma se creo KGB como Kisko García Bar, "donde nuestro Agente Secreto Nº001 era el propio Kisko, y él era quien “robaría” recetas del mundo --cada vez que hacía un viaje-- y las pondríamos en carta. Así, si él iba a Panamá o a Filipinas al regresar se ponía una tapa típica de esos países, pero adaptada al gusto local".
Pero esto, además, permitía tener un Plan B, como “Kuartel Gastronomic Bar”, donde el Agente Nº001 sería el jefe de cocina de turno. Y así sucedió, al año, la aventura con Kisko terminó y "cambiamos solo dos palabras de todo el bar: Kisko García por Kuartel Gastronomic, pero seguimos manteniendo el storytelling como Agencia de Espionaje Gastronómico. Manteniendo al Jefe de Cocina como Agente Nº001, este caso es Irene Garrido Lomeña. Nuestro gasto de cambio de imagen no supero los 1.000€, un coste ridículo comparado con los 175.000€ que nos había costado el Cambio de Lamoraga a Manzanilla, o los 79.000€ que costó cambiar de Manzanilla a KGB". No es sencilla --ni mucho menos barata-- la aventura.
"Afortunadamente, nuestro divorcio empresarial con Kisko fue muy dulce --continúa contándonos José Alberto-- y eso ha permitido su participación con nosotros en ciertas acciones promocionales que hemos realizado desde su marcha. Y KGB siempre será su casa".
Restaurante Matiz
"¿Cuánto puede variar un ingrediente sin que pierda su sabor original? ¿Y una receta sin que pierda su esencia? La creatividad en la vida, como en la cocina, no siempre consiste en romper con lo
establecido de forma radical. A veces basta una pequeña variación para conseguir algo totalmente nuevo: un nuevo aroma, un nuevo sabor, una nueva textura o color. A veces, un simple detalle convierte lo bueno en exquisito. A veces es cuestión de matices. Esta es precisamente la filosofía que propone Matiz", es la explicación que nos da Ana Reina, responsable de comunicación de Gallery Hoteles, al que pertenece el hotel Molina Lario, donde se ubica este restaurante.
En definitiva, un universo donde la cocina tradicional se reinventa una y otra vez dando un paso más, convirtiendo esos ‘matices’ en auténticas experiencias.
Yubá
Mario Rosado, chef ejecutivo de Yubá --y también de Bendito y Batik-- también atiende solícito a nuestra consulta y así nos recibe: "Tus sentidos viajarán por el mundo sin moverte".
Ubicado en la primera planta de nuestro hotel gastronómico Málaga Premium Hotel, se encuentra el restaurante Yubá: atmósfera colonial y cocina fusión para trasladarnos a diferentes y exóticos rincones del mundo con el paladar como único medio de transporte.
"Yubá es exotismo, es misticismo, es pasión." Pasión por la gastronomía, el buen comer y el mestizaje. Etimológicamente hablando el Yuba o Juba, es una mezcla de lenguas africanas locales y el árabe clásico. Una lengua franca o un pidgin, nacido para el entendimiento y enlace entre tribus de Sudán del Sur. Todo ello fuente de inspiración en nuestros fogones que fusionan diariamente la gastronomía local con la gastronomía exótica, para viajar con el paladar a todos esos rincones a los que nos encanta escaparnos.
Batik
Por su parte, Batik es una palabra javanesa proveniente de la voz "ambatik". La terminación “tik” de la palabra “batik” significa “un poco”, “un pequeño lugar”, “una gota”. Esa terminación procede de la palabra javanesa “tritik” o “taritik”, una tela en la que aparece un diseño que parece estar compuesto de gotas. También se encuentra en el nombre “nitik” del diseño de batik, que imita diseños de lunares. Así, la palabra “ambatik” puede ser literalmente traducida como “una tela de gotas (de cera o almidón)”.
Prohobitox
El nombre Prohobitox es un juego, es una paradoja. Es una palabra, nos cuenta Bianca Braten, resultado de la unión de "prohibited" y "toxic", es decir, 'prohibido' y 'tóxico', porque queremos que nuestra cocina sea todo lo contrario. "Nos parecía que la palabra era bonita y original".
33-45 Sound Restaurant y La Deriva, suenan bien
En Teatinos, el 33-45 Sound Restaurant, decorado con carteles anunciadores de conciertos y con fotografías de grupos y cantantes míticos, debe su nombre a las revoluciones de los discos: treinta y tres y cuarenta y cinco.
También se inspira en la música el nombre de La Deriva, que "se debe al título que lleva el mismo nombre del grupo musical Vetusta Morla. El LP salió a la venta el mismo día que el restaurante... hace ya casi cinco años", nos cuentan.
Asador Verum
Verum "proviene del latín "verdad" o "verdadero". Hace referencia a la necesidad de recuperar los auténticos sabores y valores que, poco a poco, se han perdido", nos cuentan desde este restaurante de Cerrado de Calderón, un asador castellano muy auténtico, muy de verdad.
La Calma
El nombre La Calma "viene del primer restaurante que abrimos --nos explican vía Instagram desde el propio restaurante-- y viene del maorí". El logo del restaurante es "un símbolo integral en el arte maorí, la talla y el tatuaje, que representa la nueva vida, el crecimiento, la fuerza y la paz".
"Nuestro lema --afirman-- es mejorar día a día y ponernos siempre en el lugar del cliente para conseguir satisfacerlos no solo gastronómicamente sino globalmente".
Nombres que son un homenaje, nombres que recuerdan los principios, nombre que hacen referencia a los valores y conceptos que se quieren transmitir, nombres que son un juego que se propone al cliente. Nombres que, en el fondo, dotan de identidad a estos restaurantes que tanto amamos.
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