En un enclave privilegiado de Málaga, punto de encuentro de las culturas milenarias que ha ido pasando por la ciudad y, por tanto, configurando su identidad --fenicios, romanos, árabes, judíos, cristianos-- y apadrinada por uno de los iconos gastronómicos de la capital --El Pimpi-- encontramos a La Sole, sol y poesía en la mesa.
La cocina de La Sole del Pimpi hunde sus raíces en el Mediterránea y viaja hasta Japón para traer técnicas y elaboraciones niponas para resaltar el sabor a Málaga de sus mangos, aguacates, vinos dulces o almendras.
El interiorismo es obra del estudio EmeAlCubo, que han dejado su sello propio creando una atmósfera en la que la madera dota de calidez a una salón circular que, a modo de sol, lanza sus rayos para integrar un gran espacio diáfano. La barra semicircular domina la sala e invitan a pedir unos cócteles. Mesas funcionales, sillas cómodas y servicio de inspiración asiática.
La carta de La Sole del Pimpi tiene dos partes de entradas: las entradas --platitos fusión: tataki con shiso, magret de pato a baja temperatura con teriyaki o tartar de atún de Barbate con aliños japoneses picantes- y las entradas clásicas --ensaladilla rusa, ensaladilla malagueña, ensalada de pimientos asados con ventresca, berenjenas fritas con miel de caña o croquetas de puchero--.
Optamos por un par de entradas clásicas puesto que íbamos con visita y queríamos que probaran algunos platos locales típicos, decantándonos por la ensaladilla malagueña --con la vinagreta de naranja emulsionada-- y por los huevos rotos con chanquetes --pez platino-- y pimientos asados.
No quisimos dejar pasar la oportunidad de probar algo de la carta de sushi, donde es más que evidente la fusión malagueñojaponesa. Probamos la Salmón Montés --rollo de aguacate, cubierto de salmón, queso de cabra aburi, mango y curry rojo-- y el Dulce de la Axaquía --rollo de aguacate de la Axarquía, cubierto de atún y foie caramelizado, teriyaki de Pedro Ximénez y almendra crujiente--. Muy interesantes.
La carta se completa con una gran selección de ibéricos, pescados y carnes, entre las que probamos el solomillo ibérico de bellota a la parrilla con salsa de mostaza y verduritas.
De la carta de postres optamos por la tarta de queso viejo con helado de mango --una tarta de queso para los que les gusta el queso--y un sensacional mousse de mango, mermelada de fruta de la pasión y bozcocho de cacao amargo.
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