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domingo, 14 de julio de 2019

Estamos de enhorabuena: el esperado regreso de Café de París

De principio de la década de los ochenta del siglo XX a finales de la segunda década del siglo XXI. De don José a José Carlos. De la cocina clásica internacional en un lujoso restaurante a una propuesta desenfadada y moderna que hunde sus raíces en la tradición. Mucho cambio pero un mismo apellido --García-- y una misma localización --calle Vélez-Málaga-- como firme sustento de calidad.

[El restaurante Café de París...]
[...vuelve a abrir sus puertas]

Dejaremos aparcados los avatares de cierres, aperturas y reaperturas, de dificultades y de incomprensibles e interminables obras en la calle para centrarnos en la alegría de poder contar por fin con Café de París dentro de la oferta gastronómica malagueña. Al igual que otros grandes del panorama culinario español --pienso en Andoni Luis Adúriz, Ricard Camarena, Dani García o Dabiz Muñoz, entre otros--, José Carlos García suma a su restaurante gastronómico, un segundo formato más informal, asequible y, si queremos, divertido, que acerca su cocina a más comensales, lo cual una gran noticia.

[Detalles del interior de Café de París]

Los aproximadamente cincuenta comensales de capacidad se pueden distribuir en diferentes espacios, en un local de decoración muy actual --aires asiáticos en las mesas, asientos de varios tipos-- y donde prima la comodidad del cliente.

[Carta]

Una carta breve que no llega a veinte platos (incluidos los tres postres) donde, a primera vista, destacan los productos marinos --bogavante, ostra, bonito, gamba, salmón, lubina...-- y ante la que es verdaderamente difícil decidirse. Manejamos dos opciones: el menú degustación de cinco platos que escoge el chef (en nuestro caso eran: ajoblanco-mango-plata y ostra-wakame de entrantes individuales; ensalada de salmón-pepino-mostaza y solomillo ibérico-pera-vino tinto para compartir; y nido-sorbete de lima-albahaca de postre) o pedir a la carta, que fue nuestra opción porque había algunos platos que realmente nos parecían tremendamente sugerentes.

Comenzamos con el bocado de lima-bonito-higos frescos que nos pareció espectacular. Tú eliges la cantidad de presencia del cítrico en el bocado (recomendamos que sea sutil, que se note pero que no enmascare el sabor del pescado y su sensacional macerado) en el que el bonito y los higos hacen una pareja perfecta.

[Lima-bonito-higos frescos]

Seguimos con otro plato igualmente magistral, el tartar de gamba con un sutil zumo de pimientos asados. Las gambas blancas fresquísimas en un corte muy adecuado que permite disfrutar de todo su sabor y un evocador jugo de pimientos asados que nos lleva a los chiringuitos o a esos mediodías al volver de clase y entrar en casa.

[Tartar de gambas-zumo de pimientos asados]

En el ecuador de la cena un risotto de navajas malagueñas y lemon-grass, uno de los culpables de que optáramos por carta en vez de menú ya que nos entró por los ojos desde el primer momento, y no nos equivocamos. Qué delicia de sabor a mar, qué elegancia.

[Rosotto de navajas-lemon grass]

Seguimos con lubina-naranja-jengibre. La sorprendente salsa de naranja y jengibre competía en protagonismo con las dos texturas del pescado: la jugosa carne y la crujiente piel con escamas de sal. El conjunto, sin duda brillante.

[Lubina-naranja-jengibre]

La única concesión que le hicimos al mar en nuestra cena fue el tartar de ternera con mostaza fuerte que macera la carne e inunda boca y nariz. Un bocado potente y fresco, muy adecuado para el verano.

[Tartar de ternera JCG-mostaza fuerte]

Es una inmensa alegría salir de Café de París sabiendo que ha llegado para quedarse y para enriquecer la Málaga gastronómica. Una cocina excepcional concebida para ser compartida y divertirse. Estamos de enhorabuena.

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