Con influencias españolas, africanas, japonesas, chinas o italianas, la gastronomía peruana es reconocida como una de las mejores del mundo. En la cocina peruana se encuentra el pasado y el presente, oriente y occidente, fruto de avatares históricos tales como la importancia de las culturas precolombinas, la llegada de los españoles en el siglo XVI --que ya arrastraba las influencias árabes--, los movimientos esclavistas desde África, la llegada de los franceses tras la revolución y las migraciones chinas, japonesas e italianas del siglo XIX. Con estos mimbres, el cesto no podía ser sino sublime, como lo es un recetario con casi 500 recetas.
En Málaga, la puerta de embarque para disfrutar de un viaje gastronómico a la cocina tradicional peruana está en la céntrica calle Beatas, en un colorido local en el que se ofrecen los platos más típicos de esta zona andina junto a cócteles divertidos y variados (no os perdáis el magnífico pisco). Su nombre,
La Pachamama.
La
carta es amplia y recoge
los mejores piqueos --causa limeña, anticucho, tequeños...--, varios ceviches --de lenguado, atún, salmón, atún pescado y mariscos--
y los platos más emblemáticos de la cocina nikkei (fusión de japonesa y peruana) como los tiraditos y los makis
y chaufa (china y peruana) como el arroz chaufa o los tallarines salteados con tofu.
En nuestra última visita disfrutamos del ceviche mixto, que tenía pesacdo, langostinos, zamburiñas... y una exquisita y potente leche de tigre y del arroz chaufa, salteado con pollo y cerdo.
También pedimos un trío de makis, que incluía cinco piezas del maki acevichado (tradicional maki de la fusión peruano-japonesa, con salmón,
queso crema, aguacate y langostino al panko, bañado con salsa
acevichada), cinco de maki al olivo (maki de pulpo, aguacate y salsa de aceituna morada) y cinco de murai (maki de salmón, aguacate y queso crema rebozado).
Y terminamos con el
anticucho, unos exquisitos pinchitos de corazón de ternera bien aderezados con
especias peruanas.