La estrella de José Carlos García sigue brillando en la capital desde el incomparable marco del Muelle Uno del puerto de la capital malagueña. Más de veinte años repitiendo como la única estrella Michelin de la capital de la Costa del Sol es mucho. Su cocina es andaluza y malagueña, ensalza el producto y se enriquece con toques de la alta cocina clásica.
No hay exabruptos ni excentricidades sino elegancia y la sencillez de las cosas complejas. Mesas sin vestir que combinan con el local, donde lo vegetal gana espacio a lo industrial y reforzando la sensación de que el comedor es una suerte de selva.
Los aperitivos del menú degustación incluyen parfait de ave-chocolate, olivas esferificadas y polvorón de pipas de girasol, el clásico de los clásicos de JCG.
Nos vamos al mar --que tan cerca está del restaurante--, con tres bocados cargados de potencia y salinidad: erizo-manzana, tapioca, brioche de anguila y quisquillas-pimientos asados líquidos.
JCG hace que los sabores malagueños resistan y toda Málaga se hace plato: ajoblanco-sardina, al que sigue el pescado marinado-pepino-mostaza, que cierra esta cuarta secuencia.
Tras la anterior secuencia de platos fríos de pescado, llega el bloque de principales marineros calientes: pescado del día con beurre-blanc y lubina-gniquis de curry.
Tras los trece pases del menú llega el espacio dulce: torta de algarrobo --la tradición malagueña repensada, deconstruida, reconstruida, reinventada-- y yema-yogurt-zanahoria. Para cerrar con los petit-fours.
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