Aunque las criadas variaban de año en año, el menú era siempre el mismo: crema de champiñones de lata, pavo relleno, jalea de arándanos en conserva, judías verdes, boniatos cubiertos de malvavisco, ensalada, panecillos, un molde de helado gigante en forma de pavo y bombones de chocolate en forma de hoja. El pavo siempre estaba duro y fibroso; el relleno, seco y harinoso; las judías verdes, duras y de un verde brillante; los boniatos, empalagosos y pegajosos por culpa del dulce. Era una comida benéfica, los parientes pobre invitados una vez al año para compartir la Gracia de Dios y ser agradecidos. Solo que nunca oí a nadie pronunciar una sola palabra ni remotamente relacionada con la gratitud.Y un año, por fin, nuestra protagonista tiene ocasión de cambiar el menú de todos los años y hacer algo diferente:
Este año, cuando Jonathan lo hizo, me volqué en su petición de hacer algo diferente, y funcionó: George se esfumó. Me lancé sobre mis libros de cocina y sobre los viejos números de Gourmet de Jonathan, y cuando tuve diseñado el impresionante menú, empecé con las compras y la elaboración. Lo hice todo a pie, eligiendo yo misma los productos y arrastrándolos hasta casa: el ave de siete kilos, las verduras, las frutas. (En el Nieuw Amsterdam Market se pegaron un susto de muerte al verme aparecer, ya que, como me explicó Jonathan una vez, "su clientela solo compra por teléfono"). Incluso me quedé mirando cómo el hombre de la pescadería abría las otras para el relleno y fui caminando hasta Schafft para el pastel de calabaza, el único elemento de mi menú nostálgico que la intuición me dijo que no cambiara. Y entonces lo cociné todo yo, desde la sopa, un consomé doble para el cual era necesario tener una olla de caldo ene l fuego durante dos días, hasta los frutos secos: unas almendras que escaldé, unté con mantequilla, salé y tosté yo misma. Muy Tabita-Twitchit-Danvers. Ayer llegó finalmente Acción de Gracias. Amaneció un día frío y crudo, el aire olía a nieve.No os cuento cómo fue el desarrollo de ese día tan esperado... os aconsejo que leáis la novela. No os defraudará.
[Sue Kaufman, Diario de un ama de casa desquiciada, Libros del asterioide] |
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