Y como aperitivo a la exposición, nos encontramos con la muestra Sapiens, sobre el otro genio, Ferrán Adrià. ¿La conexión? Son dos: la creatividad y la rigurosidad en el trabajo. Picasso fecha toda su obra para facilitar el surgimiento de su labor, lo que tomó como fundamento para el desarrollo de su creatividad. Esta es la misma base del trabajo del equipo de elBulli, que ha creado la metodología Sapiens, que analiza el sistema funcional de la cocina desde una triple dimensión: creativa, reproductiva y experiencial.
En la sala sobre Sapiens se puede observar el minucioso proceso de auditoría al que Ferrán Adrià sometió a toda su labor en elBulli y que es la base del proyecto de la Bullipedia. Nos fascinó cómo el equipo elaboró con plastilina cientos de ingredientes, de cara a poder reproducir con precisión absoluta el montaje de los platos.
En nueve salas, pasamos de la cocina catalana, con la irrupción del Quatre Gats de Barcelona, a partir de 1899, antes de reconocer la cocina cubista y sus famosos bodegones. Continúa con la sección sobre los utensilios de cocina, que se presentan como objetos que sirven de vehículo de pensamiento, se juega con sus significados en una combinación de metamorfosis, que reafirma la poética de lo cotidiano a través de su faceta más corriente. Un cucharón o un colador son la cabeza de un personaje, con un lenguaje muy surrealista.
Así llegamos a la cocina y penuria en tiempo de guerra: Picasso está en Royan durante la declaración de guerra de septiembre de 1939, se refugió allí un año, donde pintó el café donde pasó tanto tiempo.
En 1940 Picasso llega a Paris donde, durante la ocupación, vivirá refugiado en su estudio de Grands-Augustins; esta situación se manifiesta en su obra: todo aparece de forma caótica. También lo usa como crítica al consumo: “¿Lo ves? También una cacerola puede gritar. Todo puede gritar”. Es la época de Niño con langosta:
Las siguientes salas recogen las series Fruits de mar y De la tierra, del agua y del fuego hasta llegar a las cerámicas, cuyo proceso de creación se recoge en fotografías de Douglas Duncan.
La lista de la compra es la última sala y, probablemente, la más curiosa e interesante. Procedentes de los Archivos del Museo Picasso de Paris, nos encontramos con un conjunto de notas del tendero, el quesero y el carnicero que nos dan una idea de los alimentos básicos del pintor malagueño. "Pocos alimentos gastronómicos (foie-gras y anguilas ahumadas), muchas verduras (puerros, patatas, espinacas, tomates, zanahorias...), frutas (cerezas, melocotones, plátanos y uvas), carne (redondo de ternera, pollo y pierna de cordero), miel, jalea real, queso, aceitunas, mantequilla y limones. Mucha agua mineral y muy pocas bebidas alcohólicas (vino y cerveza). Y muchas notas en las que figuran 30 días de leche que, junto a los huevos, indican que eran de consumo cotidiano". Este es el Picasso gastronómico e íntimo, que descubrimos gracias a esta exposición.
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