Málaga volvió a vivir una noche gastronómica de alto nivel en el
Restaurante Montana, en el céntrico barrio de la Victoria, en la que
Carlos Montero --chef del propio
Montana-- y
Mario Rosado --chef ejecutivo de
Batik y del recientemente abierto
Yubá-- elaboraron un menú variado, equilibrado y coherente, que se abría con un vermú de aperitivo para maridad una cata de aceites de oliva de Malaga y una cesta de panes surtidos artesanos.
El casi centenar de personas que nos dimos cita en el patio de este restaurante ubicado en un magnífico edificio que perteneció a la familia Picasso y en el que estuvo el Consulado de Alemania en la ciudad, disfrutamos de dos estilos de cocina diferentes pero perfectamente complementarios que se mueven entre el clasicismo y la fusión, donde lo mediterráneo se abre al mundo, con gran producto y brillantes ejecuciones. De la (excelente) selección de caldos fue responsable
José Urdiales, sumiller de Montana.
El anfitrión dio el primer golpe con una deliciosa
tartaleta de corvina ligeramente ahumada, elegante y delicada, maridada con un
Ciclos Blanco Sauvignon Blanc Fumé 2008 (Valle de Cafayate).
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[Tartaleta de corvina ligeramente ahumada] |
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[Ciclos Blanco
Sauvignon Blanc 2008] |
La cosa empezaba fuerte y Mario Rosado respondió con una original
San Marcos de foie micuit armonizada con una sorprendente sidra canadiense
Neige Méthode Traditionnelle Crackling Ice Cider Harvest 2012, de Quebec. La manzana servía de hilo conductor entre sólido y líquido, las agujas de la sidra se hacían parte del bocado y ayudaba con la grasa del sabroso foie sobre un fino bizcochito a modo milhojas. Excelente.
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[San Marcos de foie micuit] |
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[Neige Méthode Traditionnelle Crackling
Ice Cider Harvest 2012] |
Y tras el foie micuit no podíamos bajar el nivel así que Carlos Montero decidió responder con una excepcional
ostra templada con emulsión de escabeche maridada con un fino
Lagar de benavides, D.O. Montilla-Moriles.
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[Ostra templada con emulsión de escabeche] |
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[Lagar de benavides, D.O. Montilla-Moriles] |
Mario se fue nada menos que hasta Vietnam para el cuarto pase con su espectacular
Nem Cha Gio de cerdo con achiote, setas y jalapeños, acompañado de un
Montana Paradise, un cóctel divertido, como el nem, a base de vodka, sake, coco, piña, sandía, picante y menta.
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[Nem Cha Gio de cerdo con achiote, setas y jalapeños] |
Sigiendo el modelo clásico de menú, era el momento de los principales, del pescado y la carne. Del primero fue responsable Carlos, en esta alternancia de elaboraciones que cada vez se parecía a una coreografía llenas de sabores, texturas y color:
pargo, hortalizas marinas y caldo del Mar del Este, armonizado con un
Tombu 2016, un rosado de Castilla y León.
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[Pargo, hortalizas marinas y caldo del Mar del Este] |
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[Tombu 2016, V.T.Castilla y León] |
Y para terminar, Mario nos llevó de nuevo de viaje a Asia, en esta oacasión a Japón, para presentarnos un sensacional
Tonkatsu de solomillo (marinado en) Natto y maíz en texturas (maíz tierno, mazorquuita y crema), acompañado de un cava
Juve y Camps Blanc de Noirs 2012.
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[Tonkatsu de solomillo, Natto y maíz en texturas] |
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[Juve y Camps Blanc de Noirs, 2012] |
Llegamos al momento dulce e invertimos el orden de intervenciones para que Mario Rosado nos deleite con una cremosa y sabrosa
tarta de queso encerrada en un tarro de yogur, cubierta con una delicada gelatina de sabor avainillado (¿galletas, natillas?), maridada con un
Málaga Virgen Dunkel.
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[Tarta de queso encerrada en un tarro de yogur] |
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[Málaga Virgen Dunkel] |
Y cerramos el espectáculo con el postre de Carlos Montero: cuna de chocolate, núcleo de fruta exótica y espuma tostada a la que acompañaba otro dulce, en este caso un Ordoñez nº2 Victoria 2015.
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[Cuna de chocolate, núcleo de fruta exótica y espuma tostada] |
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[Ordóñez nº2 Victoria, 2015] |
A modo de concluisión, nos gustaría decir que son muy de agradecer este tipo de iniciativas en las que los restaurantes, los chefs y sus equipos salen de sus respectivas zonas de confort, se complican la vida durante un buen puñado de días y movilizan a su gente sin dejar de atender a sus respectivas responsabilidades, para crear una experiencia única para los comensales.
Soy Karina Bartoshek, camarera del Restaurante Montana, y quería agradecer estos párrafos que ha decidido dedicar a nuestro trabajo del último jueves además de decir que fue un placer trabajar con el equipo de Mario Rosado y mis compañeros de Montana y más aún para una clientela tan cercana y elegante como la que tuvimos la suerte de atender.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita a este blog y por dejar este comentario. El trabajo de todo el equipo, de cocina y sala, fue excelente. Muchas gracias.
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