Un nuevo local con decoración moderna y agradable muy en consonancia con la zona residencia, muy tranquila, donde se ubica. En las paredes vemos algunas referencias a su historia. La atención es inmejorable y en la cocina conviven los clásicos mediterráneos con algunas notas modernas, propias de los tiempos que corren pero sin extravagancias ni ostentaciones: entradas, pescados, carnes y postres.
[Carta de La Vikinga] |
Y, por supuesto, un buen número de sugerencias del día fuera de carta, como las croquetas de salchichón de Málaga. Croquetas muy bien elaboradas, como marcan los cánones: exterior crujiente, interior cremoso. Tal vez echamos en falta más presencia del salchichón.
[Croquetas de salchichón de Málaga] |
Al centro, la ensaladilla de merluza, patatas y mayonesa. De la familia de la ensaladilla rusa, es un plato más que recomendable, muy sabroso e interesante en el juego de texturas.
[Ensaladilla de merluza, patatas y mayonesa] |
Como principales pedimos los rigatones rellenos de centollo y gambas con salsa americana, unos rollitos de verduras y pollo muy ricos --no tenían los de confit de pato y col con salsa satay de la carta-- con salsa agridulce picante, un plato muy asiático.
[Rigatones rellenos de centollo y gambas cons salsa americana] |
[Rollitos de pollo y verduras] |
Y para terminar, huevos fritos sobre patatas a lo pobre con boletus y jamón ibérico.
[Huevos fritos sobre patatas fritas con boletus] |
La gran sorpresa llegó a los postres en forma de vino. Rafael nos recomendó "el mejor vino dulce que he probado en mi vida": un Pedro Ximenez de las Bodegas Rey Fernando de Castilla de Jerez, bien frío, que era pura pasa. Nos gustó mucho la rosa de manzana sobre crema de vainilla y cardamomo.
[Rosa de manzana con crema de vainilla y cardamomo] |
Estamos ante un restaurante al que ir a buscar sabores reconocidos de nuestra tradición gastronómica; un espacio donde disfrutar de los platos muy malagueños y muy mediterráneos, que nos devolverá a unas raíces culinarias que con frecuencia se corre el riesgo de perder o, al menos, de arrinconar. Y, al mismo tiempo, es un establecimiento que tiene mucho margen para seguir sorprendiéndonos. No será la última visita, seguro.
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