¡Cuántos fragmentos podríamos recuperar de la novela publicada por Roald Dahl! Y con cuál salivaríamos más, nos relameríamos más... con cuál nuestra imaginación volaría más... pero como solo puedo elegir uno, me quedo con la maravillosa descripción de lo que suponía el chocolate para Charlie y cómo era capaz de hacer que una chocolatina durara un mes:
Por las mañanas, al ir a la escuela, Charlie podía ver grandes filas de tabletas de chocolate en los escaparates de las tiendas, y solía detenerse para mirarlas, apretando la nariz contra el cristal, mientras la boca se le hacía agua. Muchas veces al día veía a los demás niños sacar cremosas chocolatinas de sus bolsillos y masticarlas ávidamente, y eso, por supuesto, era una autentica tortura.
Sólo una vez al año, en su cumpleaños, lograba Charlie Bucket probar un trozo de chocolate. Toda la familia ahorraba su dinero para esta ocasión especial, y cuando llegaba el gran día, Charlie recibía de regalo una chocolatina para comérsela él solo. Y cada vez que la recibía, en aquellas maravillosas mañanas de cumpleaños, la colocaba cuidadosamente dentro de una pequeña caja de madera y la atesoraba como si fuese una barra de oro puro; y durante los días siguientes sólo se permitía mirarla, pero nunca tocarla. Por fin, cuando ya no podía soportarlo más, desprendía un trocito diminuto del papel que la envolvía para descubrir un trocito diminuto de chocolate, y daba un diminuto mordisco justo lo suficiente para dejar que el maravilloso sabor azucarado se extendiese lentamente por su lengua. Al día siguiente daba otro diminuto mordisco, y así sucesivamente. Y de este modo, Charlie conseguía que la chocolatina de seis peniques que le regalaban por su cumpleaños durase más de un mes.
[Roald Dahl, Charlie y la fábrica de chocolate, Alfaguara] |
.... Lectura absolutamente deliciosa, enormemente recomendable para grandes y pequeños. Diviértete, sueña, disfruta con Charlie y el señor Wonka. ¿No puedes esperar? Empieza a leerlo ya.
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